jueves, 26 de enero de 2012

Seis años.

Cuando después de tanto tiempo sigues recordando ese día como si fuese ayer, te das cuenta de que no lo tienes superado. Esperar en la puerta del patio su llegada, su sonrisa, sus anécdotas... es como esperar a ese tren que perdimos y que sabemos que nunca volverá.
En dos días se cumplirán seis años desde que te fuiste y no hay ni un solo día en el que alguien no se acuerde de ti, en especial yo, porque vives en mi memoria, esa memoria que jamás conseguirá olvidarte.

Después de seis años he llegado a la conclusión de que tenemos que aprovechar al máximo los momentos con las personas a las que queremos y no dejar que nunca pierdan la sonrisa, porque sin ella, la vida no sería vida.

Yayo, te quiero.